Desde que se originara a mediados de los años 50, el concepto de responsabilidad social corporativa ha ganado en presencia, y se ha convertido en un elemento fundamental en la gestión de la empresa moderna. Muchas organizaciones – algunas entidades sin ánimo de lucro también - se han dado cuenta de la importancia de devolver a la sociedad una parte de los beneficios que generan, y de las ventajas que esto supone para ellas mismas en términos de imagen, mejora de la cultura empresarial interna, incentivo al trabajo, etc… Por ello, aplican sus capacidades gestoras a tareas tales como la mejora del medio ambiente, la distribución equitativa de la riqueza, u obras de interés social.